Como hoy en día todos llevamos un Smartphone en nuestras manos, es relativamente fácil para los de arriba controlar lo que se busca más en Internet, los juegos más descargados y mucha más información personal. Con el tiempo, nacieron aplicaciones con objetivos más oscuros, llegando hasta el punto de invadir la propia privacidad. Un ejemplo de ellos es la ya retirada app StealthGenie, que estaba disponible para Android, iOS y BlackBerry.
StealthGenie era lo último en tecnología espía que, en el campo bélico, no habría sido una mala herramienta. Sin embargo, cuando cualquier usuario podía comprarlo podía literalmente entrar en el Smartphone de otro. Siendo indetectable para el dispositivo objetivo, permitía leer los mensajes que se recibían y enviaban, tanto de SMS como de las redes sociales. Esto de por sí ya suponía una vulneración increíble de la intimidad, pero la app no se quedó ahí: con ella también se podía mirar el registro de llamadas de la otra persona, leer sus correos electrónicos, comprobar su posición mediante GPS, escuchar las llamadas al momento y controlar su teléfono.
La aplicación StealthGenie permitía controlar otros dispositivos
Obviamente un tipo de aplicación así no debería poder estar en los mercados al alcance de cualquiera. Una función de StealthGenie consiste en grabar el sonido ambiente del Smartphone objetivo. Así es: conversaciones, actividades… Se pueden saber muchas cosas de la vida privada del usuario objetivo hasta un nivel insospechado. Algunos padres lo querían en los dispositivos de sus hijos para comprobar que no se saltaban las clases o los desobedecían, aunque como excusa era poco válida, pues StealthGenie sigue siendo muy poco ética. Otros usuarios usaban la app cuando desconfiaban de sus parejas (más preocupante todavía).
Todo le iba bien a esta aplicación espía hasta que salió a la luz el caso Snowden, en el que el gobierno americano detuvo al informático Edward Snowden por revelar el espionaje masivo a los ciudadanos de Estados Unidos. Dicho informático entabló contacto con Julian Assange, mártir de la divulgación de información confidencial gracias a su página Wikileaks. Al haber tanta polémica con este caso, el CEO de la empresa que desarrolló StealthGenie fue apresado bajo los cargos de vender dispositivos para espiar y la promoción de dispositivos de monitoreo oculto. Y no es de extrañar que se detengan este tipo de negocios, aunque sea muy irónico que lo haga el gobierno americano, famoso por no tener reparos en espiar a sus propios ciudadanos.
StealthGenie no era, ni en broma, gratuito. Venía en tres paquetes diferentes: básico, Oro y Premium. Lo más barato que se podía obtener era tres meses de suscripción al paquete básico por 59,99 dólares, un precio barato por todo el mal que se podía realizar con la app. Las suscripciones podían ser de tres meses, medio año y un año entero. La opción más completa y cara era el paquete Premium por un año entero, por el que se tenía que pagar 199,99 dólares. Sigue siendo un precio bajo por la posibilidad de monitorizar toda la actividad del Smartphone y la vida de otra persona, actividades muy poco éticas en la sociedad de hoy en día.