Taneli Armanto no tiene la fama de Shigeru Miyamoto (Nintendo) ni de la compañía Blizzard Entertainment, y seguramente no se la merezca, pero los que nacimos en la década de los 80 hemos pasado muchas horas enganchado a su juego. Armanto es el ingeniero de Nokia que creó Snake, el juego de móvil que mataba nuestras horas de aburrimiento antes de que aterrizaran los smartphones y arrasaran con todo, incluido Nokia. Snake se lanzó en 1997 y, casi dos décadas después, tendrá una secuela oficial que se adapta a los nuevos tiempos: Snake Rewind.
El primer móvil que introdujo Snake fue el Nokia 6110, un teléfono tan grande y feo como resistente, cuya batería duraba una semana sin demasiado sufrimiento. El juego, que luego sufrió varias actualizaciones, era muy elemental: una pequeña «barra» de tres píxeles hacía las veces de serpiente que iba comiendo bolas negras de un píxel que representaban manzanas (para mí siempre fueron manzanas). Por cada alimento que recogía, la serpiente aumentaba de tamaño. La dificultad del juego residía en que la serpiente no podía tocar ninguna de las cuatro «paredes» de la pantalla ni a sí misma y que, a medida que iba comiendo, crecía su tamaño y también la velocidad a la que se desplazaba.
Snake Rewind confirma que los clásicos son eternos
Un juego sencillo pero muy adictivo, que fue el Candy Crush o el Angry Birds de los años 90, cuando la excepcionalidad era que el teléfono sirviera para algo más que para llamar o para enviar SMS.
Snake Rewind es la resurrección de ese clásico adaptado a los smartphones de hoy en día, lo que significa que mejorará ostensiblemente sus gráficos, contará con una banda sonora que sonará mejor que la anterior pero será la mitad de épica, contará con varios niveles nuevos y, aunque sea free-to-play, incluirá micropagos dentro de la app para desbloquear nuevas pantallas o para cambiar de color a la serpiente, vaya usted a saber.
Estará disponible para todas las plataformas (iOS, Android y Windows Phone) a partir del próximo 14 de mayo. Y es imprescindible para treintañeros nostálgicos.