Aunque siguen existiendo y teniendo su público, las videoconsolas de bolsillo poco a poco han tenido que rendirse a la evolución y dando paso a la nueva generación de smartphones cuyo punto fuerte es la capacidad de alojar ilimitados juegos, aquí y ahora. Atrás quedó la era de comprar videojuegos en formato físico, o al menos para un sector que prefiere juegos rápidos y sin excesivas complicaciones de manejo. A esto se une que, precisamente por la facilidad de uso de las pantallas táctiles, tanto personas mayores como niños preescolares se suman al mercado del juego en pequeñas pantallas.
El “nuevo” formato de descarga de apps gratuitas o por importes inferiores a los cinco euros ha supuesto un verdadero boom para la industria de los videojuegos, que poco a poco han ido orientándose al modelo freemium que ofrece compras in-app para una experiencia muy personalizada de juego. El número de usuarios aumenta exponencialmente y hay quienes están dispuestos a pagar por retirar anuncios o por avanzar de un nivel en el que se han quedado atascados, y claramente es mucho más lucrativo este modelo que vender un ínfimo porcentaje de cartuchos a casi sesenta euros (para lo que primero debes lograr vender una videoconsola de bolsillo, mientras que smartphone tiene casi cualquier persona de más de ocho años de edad).
La demanda de juegos ha incrementado lógicamente la oferta, hasta el punto de que existen millones de títulos y cada mes se lanzan cientos de novedades. Hemos entrado en una dinámica de probar juegos, y sin llegar a terminarlos, comenzar a jugar otro más. Sin embargo, y a pesar del amplio catálogo que podemos encontrar tanto en la App Store como en Google Play, hay algunos juegos que suelen estar instalados en muchos dispositivos y se posicionan en los top de ambas tiendas de aplicaciones. Además, han dado lugar a numerosos clones o títulos inspirados en ellos.
Candy Crash se ha convertido en un fenómeno de masas. Lleva más de cinco años dando guerra y además de generar una saga ha sido copiado por cientos de desarrolladores. Un juego puzzle que adoran mayores y pequeños, que ha sido homenajeado por películas como Emoji Movie y que ha sido responsable de a apertura de muchas cuentas de Facebook para poder pedir ayuda a los amigos de la gran red social para avanzar nivel tras nivel. Antes de éste, Apalabrados causó sensación, pero muchas personas siguen jugando a diario a este título con tintes muy sociales basado en el Scrabble, que hemos podido ver volver a estar de moda a raíz de su protagonismo en la serie El Cuento de la Criada. Otro ejemplo social de esta generación es Preguntados (o Atríviate), que fue de los primeros en lanzar su app incluso para jugar desde Apple Watch y que también está basado en uno de los grandes juegos de todos los tiempos: el Trivial Pursuit.
Y hablando de juegos de toda la vida, el poker es uno de los que acompañado a todas las revoluciones tecnológicas. Fue de los primeros juegos online para ordenadores, pero también lleva presente en las tiendas de apps desde sus inicios. A pesar de que podemos encontrar numerosos juegos de poker como los de 888, la modalidad favorita del famoso juego de estrategia es Texas Hold’em, y Facebook también se ha apresurado a incorporar diferentes títulos a su catálogo de juegos en línea. Si Tetris y Puzzle Bubble generaron mucha adicción y expectación en los años 80 y 90 en las salas recreativas, tampoco han muerto y siguen reeditándose para smartphones con diferentes variaciones. Bubble Witch Saga llevó a muchos terminales el concepto de Puzzle Bubble y Tetris ha visto nacer propuestas tan interesantes como 1010.
Por supuesto, de lo que no podemos olvidarnos es de los juegos arcade de plataformas tipo Super Mario o Sonic. Siguen dando mucha guerra y de hecho ambos personajes llegaron a iOS y Android tarde o temprano. Super Mario Run es la prueba de que año tras año e incluso década tras década seguimos adorando el mismo concepto de juego inmediato, sencillo y rápido para liberar tensiones, sobre todo los adultos. Pero si nos fijamos con atención, podemos encontrar puntos en común a prácticamente todos ellos: se trata, en casi todos los casos, de juegos de pensar, más que de acción. Probamos juegos de cualquier índole, pero los que nunca dejamos atrás son los puzzles, los juegos de cartas y los de preguntas y respuestas. Lo cierto es que es una buena señal, ya que se trata de juegos “inteligentes”. Todos son muy adictivos, pero todos ayudan a desarrollar diferentes habilidades cerebrales: matemáticas, lógica, estrategia, dimensión espacial, etcétera.
Otro factor común a todos es la facilidad para introducir micropagos para continuar una partida que estábamos a punto de resolver. ¿Por qué nos importa tanto terminar los niveles? En parte, por otro de los puntos concidentes en todos ellos: que de una u otra manera llevan implícito un componente social: o jugamos contra otras personas, o jugamos por colocarnos en lo alto de la clasificación, o necesitamos de otros para avanzar en el juego. A veces, incluso pagamos para que ganar sea más fácil (todos sabemos que existen apps de pago para ganar en el Apalabrados y juegos por el estilo). Lo que está claro es que están lejos de morir o quedar definitivamente desfasados, a pesar de que los eSports estén otorgando cada vez más peso a juegos de batallas por turnos o de juegos de cartas o de rol. Estos también seguirán durante muchos años, pero los juegos puzzle se han mantenido durante décadas y vienen incluso de mucho tiempo atrás.