Cuando compramos un teléfono nuevo nos gustaría que durara tanto como quisiéramos. Pero sabemos que no es así: ya podemos cuidarlo como si fuera nuestro hijo que tarde o temprano dejará de funcionar. Móviles locales, chinos, más o menos potentes… Todos tienen fecha de caducidad. La principal duda que nos planteamos todos es ¿Cuál es la duración de un Smartphone? No hay una respuesta a ciencia cierta, solo un montón de información y rumores que vale la pena repasar para intentar que nos dure lo máximo posible. Aún así, con la extensión del uso de los teléfonos inteligentes y la constante renovación de ellos por parte del mercado con móviles mejores cada pocos meses se habla mucho de la obsolescencia programada. Significa que todos los aparatos electrónicos tienen un tiempo de funcionamiento programado para que al pasar cierta cantidad de tiempo se estropeen por su cuenta o su rendimiento caiga en picado. Es un concepto nacido el siglo 19 que hoy en día se aplican a todo tipo de aparatos, sobre todo en electrodomésticos como la lavadora o la nevera.
La duración media de un Smartphone es de unos dos años. Es el tiempo necesario para que hayamos notado una bajada del ritmo y potencia del dispositivo: se cuelga más, las aplicaciones van más lentas, la batería dura menos… En 12 meses nuestro querido aparato suele visitar el taller un par de veces como mínimo, y solo si tenemos suerte. También es importante considerar qué Smartphone vamos a comprarnos, porque si optamos por lo más barato que encontremos, si nos dura un año ya habremos tenido suerte. La duración de un Smartphone viene muy influida por la calidad y gama del producto que compremos, así que si queremos evitar el engorro de cambiarlo cada medio año además de llevarlo a reparar con frecuencia vale la pena comprar uno de gama media o alta.
La duración de un Smartphone se puede alargar cuidándolo
La batería es un factor muy importante en la duración de un Smartphone. Cuando sale de fábrica casi nunca tiene un 100% real, pues se va degradando poco a poco de forma inevitable. Este fenómeno se llama autodescarga, y el uso que le demos al dispositivo influye mucho en la velocidad a la que se irá gastando. La humedad y las temperaturas excesivas son dos factores que atacan directamente a los componentes del teléfono, así que vale la pena tenerlo en cuenta y actuar en consecuencia. Un claro ejemplo de ello es si le metemos mucha caña al rendimiento (juegos durante mucho rato, aplicaciones abiertas en paralelo…) el aparato se calienta y más nos vale que no demasiado. El número de veces que se recargue afecta también a la duración de un Smartphone, pues es mejor no dejarlo mucho rato lleno (al supuesto 100%) porque además con cada recarga se irá gastando un poquito. Es un factor inevitable que solo podemos hacer más lento.
La pantalla es otro pequeño factor a considerar: cuánto más recursos consuma, mayor se gastará la batería y antes tendremos que cargar el aparato. Es muy recomendable tener el brillo más o menos por la mitad para consumir menos, pues al tope devora la batería con avidez. Saber qué opciones habilitar en qué momentos también puede ayudarnos a ahorrar mucho, como desactivar el wifi mientras estamos fuera de casa o poner el modo avión cuando vayamos a dormir y no lo pongamos a cargar. Sobra decir que evitar que se rompa la pantalla afecta mucho a la duración de un Smartphone, así que especial atención al llevarlo al baño para distraernos. Hasta ahora la garantía de protección de pantalla solía ser de unos 2 años, aunque (¡Buenas noticias!) BQ y otros fabricantes están empezando a extenderla hasta 5, una gran mejora para los torpes.
Para resumir, la duración de un smartphone viene influida por muchos aspectos distintos. Aquí hemos repasado los que tienen más importancia a nivel de hardware, aunque como pasa siempre el ser humano falla más que las máquinas, y el factor que más importancia tiene en el devenir de los smartphones es la destreza del usuario. Es decir, que la principal causa de cambio de móvil es que se nos cae al suelo, causando desperfectos en el dispositivo que afectan al funcionamiento del mismo. ¡Así que mucho cuidado!